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Ferro, Bragarnik y el ejemplo de que los empresarios en los clubes pueden salir muy caros
Sumido en una crisis que lo llevó a ser el peor equipo de la Primera Nacional, Ferro padece el mal manejo de su presidente y el empresario Christian Bragarnik. ¿Hasta cuándo los socios permitirán sus manejos turbios?
27 de febrero de 2021. Ferro Carril Oeste lanza un comunicado en el que explica cual será el vínculo que tendrá la institución con el empresario Christian Bragarnik, uno de los peces gordos del fútbol internacional que regentea una escudería con centenares de futbolistas y entrenadores.
Atrás había quedado el primer comunicado que desató un polvorín en el que anunciaba «Facultar al Presidente y a algunos miembros integrantes de la misma a avanzar en las negociaciones con el grupo empresario liderado por Christian Bragarnik, a efectos de generar un acuerdo de colaboración para el Fútbol Profesional, buscando mejorar la inversión económica en su plantel y estructura».
De aquel momento a hoy, Ferro pasó por diversos momentos. Desde la posibiliidad de ascender a la primera división con un primer espaldarazo económico, la imposibilidad de llegar al reducido, y hoy que se transformó después de nueve partidos en el peor equipo de los 37 que componen una B Nacional multitudinaria.
La llegada de Bragarnik hizo que los ojos de parte de los socios se iluminen. Quizás no conformes con lo hecho en los 2000′ por el empresario Gustavo Mascardi que terminó con la quiebra de la institución, el máximo accionista del Elche de España desembarcaba como una solución a los problemas del club al que solo le restaba un empujón para lograr el tan ansiado ascenso.
Bragarnik tuvo, tiene y tendrá buena prensa. Quizás por haber elevado el nivel futbolístico de Defensa y Justicia, por llevar a Diego Maradona a dirigir a los Dorados de Sinaloa, por ser defendido por los medios de comunicación o por declararse abiertamente a favor de las Sociedades Anónimas dentro de los clubes, lo cierto es que al ex jugador solo le cuentan los éxitos y tapan los fracasos.
Esos fracasos que hoy tienen al Elche último en España, a Ferro último en la Primera Nacional, a jugadores que no rinden, a técnicos que son echados por su falta de resultados.
«A la fecha, se ha avanzado en las negociaciones con el grupo empresario futbolístico del Sr. Bragarnik, buscando consensuar intereses de ambas partes, quedando la semana próxima para ultimar los detalles del acuerdo de colaboración, el cual en la próxima reunión a llevarse a cabo antes del inicio del torneo de Primera Nacional será evaluado por la Comisión Directiva para su análisis y aprobación», detallaba el comunicado de prensa del Verdolaga en febrero de 2021.
Y agregaba: «De todas maneras, ya se ha adelantado que el borrador del acuerdo no implica gerenciamiento alguno, ni incumbencia alguna en las decisiones del patrimonio del Club, que siguen siendo facultad de la Comisión Directiva, tal cual marca el Estatuto de la institución en representación de todos los socios y socias».
En otro párrafo, aclaraba: «Queremos transmitir a toda la comunidad verdolaga que siente ansiedad, preocupación y por sobre todas las cosas el deseo de volver a la Primera División, que estamos haciendo todos los esfuerzos para profesionalizar la gestión del fútbol, aprendiendo de algunos de los errores del pasado y basándonos en los aciertos, sabiendo que es el momento de estar todos juntos, cada uno desde su lugar, apoyando y generando energía positiva, confiando en que corrigiendo algunas cosas lograremos el objetivo deseado».
Si, como se lee. Con la excusa de «profesionalizar la gestión del fútbol» y «aprendiendo de algunos de los errores del pasado»- ¿Se habrán referido a la quiebra de Mascardi?- el club aceptaba que Braga haga y deshaga a su antojo, un movimiento cuanto menos polémico.
Y como suele suceder a menudo los socios tenían razón, ya que no solo Ferro no ascendió, sino que el empresario fue creciendo a la hora de dirigir los destinos del fútbol y se modificó aquella «colaboración» para transformarla en llevar los destinos prácticamente de manera exclusiva y sin pedir permiso a nadie.
Hoy, a más de dos años de la llegada de Bragarnik a Ferro, todos recuerdan las promesas pero nadie se hace cargo. Se fueron sin pena ni gloria varios de los jugadores. En los últimos días Juan Manuel Sara renunció como técnico por «no haber podido cumplir con los objetivos fijados» y los pibes de las inferiores, una vez más, tienen que dar la cara de manera intempestiva e improvisada.
Ferro cayó en la trampa de los empresarios por segunda vez. Primero con Mascardi, luego con Bragarnik. Los socios resistieron lo más que pudieron pero las promesas de ascenso y los malos manejos dirigenciales por parte de Daniel Pandolfi pesaron más.
Hoy hay una sola realidad. Los espejitos de colores pueden provocar que los empresarios transformen a los clubes de barrio en Sociedades Anónimas Deportivas. Las promesas de profesionalización son demasiado tentadoras pero terminan en clubes fundidos y salvados por los socios.
El peligro esta latente. Los ojos deben estar mas abiertos que nunca. Las sociedades Anónimas y los grandes grupos empresarios deben permanecer lejos, muy lejos de nuestros clubes. Y para muestra, Bragarnik.