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Independiente y una situación límite que nos obliga a defender al Modelo Asociativo
Cristián Font analiza la crisis dirigencial que vive el club de Avellaneda y el intento de imponer las Sociedades Anónimas Deportivas en detrimento del modelo asociativo. ¿Se puede luchar contra un mercado arrasador?
Durante las ultimas horas pude ver por los medios de comunicación y por cientos de mensajes que me llegaban al celular todo lo que acontecía en el Club Atlético Independiente, una realidad que lamentablemente ocurre en muchos de los clubes de nuestro país.
Observé con orgullo y algo de tranquilidad como los socios, verdaderos dueños de estas instituciones, se manifestaban pacíficamente para salvaguardar los destinos de su club.
La situación de Independiente, como la de tantos otros clubes, nos muestra el daño que se viene generando en las instituciones por la intromisión de la politiquería barata que juega siempre en detrimento de los dirigentes honestos y capaces que aman a sus clubes, dirigentes que ayudaron a fundarlos, construirlos y llenarlos de gloria en los mas de 100 años de historia que tiene nuestro modelo asociativo, que dejan su vida y su patrimonio al servicio de ese club que tanto aman.
Esa dirigencia quedó marginada y fue reemplazada por aquellos que se venden como «salvadores», los que prometen inversiones millonarias que vaya a saber de donde salen, que hacen gala y atemorizan con su capacidad de rosca con el poder de turno, esos que nunca pisaron la cancha y que no les importa en lo más mínimo si en 4 u 8 años se les prohibe volver a pisar una tribuna.
Esos paracaidistas ven a los clubes como un negocio y/o un trampolín que los acerque al «carguito» por el que realmente se involucran en la vida política del club.
A su vez, y como cuestión de fondo, se juega otra batalla y tal vez la mas importante, la continuidad del modelo actual, un modelo por el que debemos luchar con uñas y dientes.
Esa lucha que venimos ganando por la valentía de muchos dirigentes y que con coraje le dijeron no a las sociedades anónimas deportivas en la década de los 90 cuando los «salvadores’ de hoy empezaron a pergeñar estos proyectos privatizadores.
Esos dirigentes que se plantaron y se siguen plantando y paradójicamente a muchos les cuesta hasta la participación en sus propias instituciones, costo que pagan con tal de salvaguardar uno de los grandes tesoros que aún conservamos los Argentinos.
Párrafo aparte la falta de política publica deportiva a nivel nacional destinada a los clubes. Vemos como se venden seudo programas cuan espejitos de colores diciendo que son los mas ambiciosos de la historia, cuando en la realidad no salen del parche tradicional del subsidio, de la entrega de los conos y las pelotas, con la gravedad de que cada vez se trabaja para un universo menor de clubes ya que solo entre un 15 o 20 % pueden acceder a estos programas.
A ésto se le suma una falta de política pública a nivel nacional que ordene al sector, vemos la intromisión de gobiernos locales y organismos de control en las instituciones, muchas veces cómplices de ejemplos como los de Independiente. Vemos intervenciones donde se reemplazan a las comisiones directivas electas por los socios por grupos violentos que responden al intendente de turno e impiden la participación democrática institucional.
Las intromisiones en nuestros clubes no son más que un intento por quedarse con el control usando el dinero o la violencia y el poder político, judicial y económico no son más que meros socios que ponen en peligro el modelo asociativo.
Siguiendo este camino con políticas publicas erráticas y digitadas a dedo y por amiguismo, la falta de un accionar concreto para luchar contra la intervención violenta en la vida institucional de nuestros clubes y el sueño poderoso privatizador de las sociedades anónimas deportivas, el final puede ser mas triste que la película luna de Avellaneda.
Aún así y pese a este panorama, sigo creyendo que todavía estamos a tiempo de revertir la difícil situación que vivimos en los clubes.
Porque hay dirigencia honesta y capacitada con ganas de aportar, hay socios que levantan su voz y participan para preservar a sus instituciones, hay políticos -de todos los partidos- que en 2014 nos permitieron sancionar una Ley Nacional de Clubes que era el puntapié inicial para empezar a discutir la política pública para el sector, hay una AFA que se muestra sólida con éxitos deportivos que dan fortaleza, hay organizaciones de clubes regadas a lo largo y ancho del país.
Por cada uno de estos puntos y por tantos otros, nos sobra materia prima, solo falta la decisión y el coraje para generar mesas de diálogo y consenso entre todos los actores involucrados y preservar lo mas valioso que tenemos.
Necesitamos una verdadera unión para evitar perder nuestro segundo hogar, nuestros amados clubes.