Los clubes y ese correr detrás de la zanahoria

Miles de clubes mostraron su costado más solidaridario en medio del coronavirus pero vemos como se posicionan justo donde siempre estuvieron, reclamando soluciones. ¿Hasta cuando?

Papas, batatas, tomates, lechugas, algún tipo de frutas componen un bolsón que se le entrega en mano a algún vecino del club. De las instalaciones, hoy convertidas en hospitales de campaña, solo quedan recuerdos de los ensordecedores gritos de los chicos pidiendo la pelota para intentar hacer el gol de sus vidas. La adrenalina de la llegada de la factura de luz y ese sentimiento de no saber con que te vas a encontrar una vez que cortas el sobre de papel y que el primer movimiento sea, seguramente, llevar una de tus manos a la frente y pensar como estirar una vez más la agonía.

Estas situaciones son las que viven los clubes una vez más. A lo largo y ancho del país. En todos lados, expectantes de que pasará, de que soga se le tirará pero que a la primera de cambio ese favor desaparecerá y dejará de tener sentido, porque esa alegría a corto plazo será un tembladeral.

Juan Domingo Perón en esos videos que pueden encontrarse en youtube explicaba cuan centrales eran las instituciones para impedir que los jóvenes caigan en la delincuencia. Así rememoraba que se crearon en Capital unos noventa clubes de barrio que eran gestionados por los vecinos y que permitían que a través del fútbol, boxeo y gimnasia los adolescentes no caigan en los malos hábitos.

Hoy, por otra parte, hay desde lo discursivo un reconocimiento político de las instituciones. «El deporte es un ámbito importante para el desarrollo humano, nuestros clubes de barrio y de pueblos tienen una labor social imprescindible, son parte de la construcción de nuestra identidad como argentinos y argentinas”, destacó hace algunos días Inés Arrondo, Secretaria de Deportes de la Nación.

Matías Lammens, ministro de Deportes, también resaltó en infinidad de situaciones los beneficios de las estructuras barriales y las enalteció hasta el hartazgo. Reuniones por zoom, fotografías en redes sociales, recepción de algunos planteos que sufren y padecen en el día a día y que ya hasta resulta un poco redundante.

Redundante, porque ya sabemos y saben todos los problemas que sufren las instituciones. Suena a poco, entonces, el reconocimiento discursivo.

Los diversos anuncios que se han hecho por más que suman, pueden tomarse que son más para la tribuna que para solventar necesidades concretas de TODOS los clubes. Y cuando decimos TODOS los clubes tomamos el relevamiento que realizó el Observatorio Nacional de Clubes de Barrio en conjunto con la Universidad de Avellaneda y en el cual se detallan que son al menos veinte mil las instituciones y vemos que solo quinientos o mil pueden cobrar.

Vemos, por otra parte, que Francisco Chibán es el representante de los clubes dentro de la órbita gubernamental y hasta su nombramiento tal vez nunca piso uno. Y ahí es donde nos preguntamos si merece estar en ese puesto, en un rol que necesita liderazgo, planificación política y ser abierto a los planteos que hoy no tienen respuesta.

Lejos de eso se encierra en el registro de clubes argentinos el cual está mal confeccionado, las instituciones no tienen acceso y por sobre todas las cosas, fue creado por el gobierno de Mauricio Macri en pos de eliminarlos o privatizarlos.

En la actualidad vemos como grandes clubes con miles de socios, con contratos de sponsoreo millonarios, con planteles a los que les pagan fortunas, piden un salvataje al estado para el pago del salario de sus trabajadores. Ésto, deja en evidencia la falta de consideración que se tiene para con las instituciones de base, ya que las bases que han sido soporte central para los vecinos se quedan sin acceder a nada.

Y lo peor es que no vemos ese mismo nivel de compromiso de esos grandes clubes a sus vecinos. De hecho, muchos de ellos hace 80 días que continúan cobrando religiosamente su cuota societaria y mantienen sus puertas cerradas.

Esa asistencia del estado son miles de millones de pesos destinado al salvataje de instituciones -muchas de ellas- millonarias. Entonces si hay para ellos, ¿Por qué a las bases del deporte les llegan migajas?. Quinientos millones de un subsidio, seiscientos de otro y esos montos que siempre van para los mismos.

Este combo es probablemente otra piedra en el zapato. ¿Por qué los subsidios siempre van para los mismos mil clubes?¿No debería habilitarse para todos esa posibilidad de ayuda o asistencia?¿Es justo que aquellos que prestan las instalaciones después no accedan por las constantes trabas burocráticas?

Hay una distorsión importante entre el mensaje y la acción. Hay frases vacías que a las instituciones ya les molestan. Ven que Boca y River tienen millonarias ayudas y un club de barrio no tiene un beneficio por que no tiene CUIT, personería jurídica o cuenta bancaria. Nadie de las autoridades, mientras tanto, habló sobre la posibilidad de reglamentar la ley de clubes que sería algo que no requiere un aporte excepcional de dinero.

Entonces si esto es así, ¿Realmente las autoridades creen que las bases son tan determinantes e importantes en la transformación del país?, ¿Son esos clubes tan importantes para nuestros dirigentes que utilizan un registro ficticio para brindar las asistencia?

Son muchas preguntas que hoy en día surgen, espero que las próximas semanas las prioridades cambien. Sino empezaremos a pensar que los clubes nuevamente están corriendo detrás de la zanahoria.