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Lxs desafió hablando y lxs ofendió viviendo

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En un nuevo aniversario de su fallecimiento, Ailin Osores nos trae una columna en la que profundiza sobre la relación del 10 con el feminismo y cuan importante fue su nacimiento para romper esquemas y paradigmas.

Por Ailin Osores

De fondo escucho la definición de Boca contra el Palmeiras en Quito, Ecuador. Se disputan la Copa Libertadores Femenina y por primera vez un equipo argentino dice presente en la final del torneo más importante de clubes en Sudamérica. El resultado, por ahora, no acompaña lo que deseamos todos y todas,  que sea una fiesta y un paso contundente del futbol femenino nacional. Me atrevo, de todos modos, a pensar que en esa tribuna si Diego viviera estaría alentando. Así fue él, de Boca, Argentino y por sobre todas las cosas, un militante de las causas justas. 

En el año 2019, cuando la selección femenina de fútbol fue eliminada del Mundial de Francia, se replicaban en paralelo noticias del Diego acerca de su deteriorado estado de salud. Sin embargo, eso no impidió que se viralicen sus palabras de aliento vía redes sociales para el plantel: “Créanme que, con el tiempo, se van a dar cuenta de lo que realmente consiguieron. Antes de que termine nuestro Día de la Bandera, yo quería saludar a las chicas de la selección femenina de fútbol. Las felicito, chicas. Viva la Argentina».

La selección de hockey femenina, mientras tanto, siempre tuvo un vínculo cercano con Maradona. Luego de que Las Leonas quedaran eliminadas en 2008 de la final de los Juegos Olímpicos de Beijing en manos de Holanda, no tardaron en difundirse las imágenes donde El Diez arengaba en el vestuario a las deportistas que lograban alcanzar la medalla de bronce.

El deporte en general tiene un gran potencial educativo. A lo largo de la historia esta práctica se constituyó como una de las bases de la socialización y aprendizaje de valores y normas de una sociedad y cultura especifica. Sin embargo en torno a ella se generó una exclusión en sentido doble.

En primer lugar porque esta práctica fue entendida para hombres que demostraban en el éxito su virilidad y fortaleza, en detrimento de la inferioridad y debilidad de las mujeres relegadas a ámbitos privados, domésticos y de cuidado. Estos contrapuntos permitían explicar y a la vez legitimar las diferencias de status social, político y económico de las mujeres. 

Es así que el acceso, la permanencia, el alto rendimiento en disciplinas de rama femeninas constituye toda una hazaña que se sostiene a partir de bajísimos recursos económicos dotados por parte de algunas dependencias del Estado o asociaciones privadas. La visibilización por parte de los medios solo existe en caso de obtener un éxito en torno al resultado y las buenas voluntades definitivamente no alcanzan.

Pero El Diego estuvo y nos hace falta. Porque el genio del futbol mundial, y quien transformó aquel 22 de junio de 1986 en uno de los días más felices de nuestro pueblo cuando con su gol a los ingleses invadía las almas de nuestros veteranos de Malvinas para siempre, no fue venganza, ni odio, se imprimió a fuego la belleza, la magia excepcional y la revancha por el dolor de los soldados muertos, pibes que eran de su misma edad y misma clase.

El Diego se convirtió en un mito y no dudó ni titubeó en compartirlo ni en compartirse con las deportistas que con el escudo de nuestra patria en el pecho hacen del deporte ese vehículo de amor que circula y fortalece a toda nuestra comunidad.

El segundo sentido de la exclusión en el deporte remite a la  pretensión de exclusividad social que relegaba a quienes no formaban parte de la elite y las clases pudientes.  Cuando la historia de Diego Armando comienza en el hospital publico Eva Perón de Lanús un 30 de Octubre de 1960, Doña Tota, su madre, comentó en diversos reportajes que camino a parir tuvo un presagio: Se había encontrado un prendedor en forma de estrella tirado en la puerta del Evita. Diego nacía morocho y con su estrella alumbrando. 

No pasaron muchos años en descubrir su talento, esa gambeta de potrero que deslumbraba desde el conurba profundo. Ese morocho de pelos locos ya estaba haciendo historia. Diego era el quinto hijo de una familia obrera que acompañó pese a las necesidades materiales a ese Diego niño que quería jugar y que según un video de antaño y editado que circula el blanco y negro reza: “Mi sueño es jugar el mundial”. El futuro de Diego era prometedor.

Años más tarde nuestro país se sucumbía en una de las peores tragedias, el 24 de Marzo de 1976 se daba inicio a la cruenta dictadura encabezada por las Fuerzas Armadas y con tan solo 16 años Diego era convocado por la primera categoría de la Asociación Atlética Argentinos Juniors. Rodaron los goles y por ese entonces los medios de comunicación tradicionales advertían la presencia de ese chico que por el barrio de La Paternal comenzaba a hacer estragos.

Con la escolaridad indispensable pero cargando en su espaldas goles maravillosos, la visibilidad masiva llega de la mano del Club Boca Juniors. En este momento el periodismo y el mundo farandulero recibió al futbolista con las ansias de fagocitar ese brillo, esa estrella que todavía preservaba en su recuerdo Doña Tota. Todos y todas estábamos obligados a conocer y saber aspectos personales y de la intimidad de Diego Armando Maradona. En términos deportivos, la excelencia fue el patrón que orientó esta carrera ascendente pero todavía esos goles pertenecían a la esfera masculina de los que detentaban el poder en la cancha y en las tribunas.

La vida de Diego crecía en popularidad y ese amor de las masas es un amor que no se premedita ni se inventa. Simplemente sucede. Ese petiso enamorado de la pelota, del arte del futbol, enamoró a cada argentino y argentina y a todos y todas los que quisieran sumarse a esa felicidad. El goce en exceso ya era un hecho.

Y es quizás en su retorno a Boca en pleno menemismo la cristalización de los excesos más nocivos: la juerga, el alcohol, las drogas, las orgias, los consumos y un Diego Maradona necesitando auxilio.

El término coloquial de los amigos del campeón está demasiado alejado y quizás jamás se encuentren con el paradigma feminista en torno al cuidado y protección de quienes nos acompañan y a quienes amamos, sin embargo no pretendo ocultar ni desligar las responsabilidades en las acciones machistas y sus vínculos complicados con la paternidad. Estos debates, con el fallecimiento de Diego el 25 de Noviembre de 2020 se encendieron, se multiplicaron en distintas colectivas y agrupaciones y otra vez Diego renace, y de una manera distinta, para encontrarnos en la madurez de discusiones que solo vamos a saldar desde la tolerancia y con la perspectiva de género, pero también con la perspectiva de clase como bandera. 

Este desafío nos invita a pensar y vivir los feminismos populares, no porteños, no académicos ni punitivistas, incorporando nuestros sentidos y saberes comunitarios para consolidar un movimiento social que dispute al patriarcado el orden machista que mata, oprime y nos calla.

Diego Armando Maradona pudo haber sido una de esas voces silenciadas, un villero que el sistema no pretendía que existiera: verdugueando, denunciando y reclamando a los gobiernos estadounidenses, al norte de Italia rico, al imperio Británico, a instituciones futbolísticas, al Vaticano o la CIA. 

Con Diego, las mujeres y las disidencias – esos besos con Cannigia en 1996 irrumpieron el orden dado de los machos de la AFA- nos atrevemos a pararnos en la cancha y la tribuna de manera distinta a la conocida. No solo nos apropiamos de un virtuoso futbolista sino que también hacemos mella en su mística alzando nuestras voces ante el dedo policíaco de quienes nos reprochan y nos culpabilizan de nuestros sentimientos. 

Los feminismos populares estamos para poner en tensión los debates en torno a la corrección política que heredamos de círculos pequeñísimos de los cuales no formamos parte. Rescatar nuestra voz es nuestra tarea, rescatar del olvido las voces de los Diegos que todos los días la policía mata por la espalda. De los Diegos y de las Diegas de nuestros barrios que tienen un sueño y un ejemplo: Un pibito de Fiorito que sacó pecho y pudo cumplirlo.

Nos hiciste felices Diego. En donde estés, feliz cumpleaños.

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