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Matar el tiempo a lo Bobo
Como cambiar el deporte sin gente que lo pueda ni quiera cambiar.
El debate constante que vive la política excede al deporte. Sin temas de agenda, sin demasiados movimientos diarios, el deporte transita un momento en el que todos y todas se han acostumbrado a un inerte piloto automático que no le sirve a nadie.
Como aquella canción de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota llamada Luzbelito que decía «La vida sin problemas es matar el tiempo a lo bobo», el deporte y sus actores viven un día a día con proyectos a corto plazo pero cuidando su quintita, sin capacidad de protesta porque ésto generaría problemas con los comandantes de deportes que hipotéticamente se podrían enojar.
Y así es muy difícil.
Ese piloto automático no genera otra cosa que dudas de hacia donde va el deporte nacional. Ese piloto automático conducido por Lammens y Arrondo no da certezas de como estarán clubes, federaciones, asociaciones, deportistas, profesores de educación física y todos sus protagonistas dentro de un mes, dentro de un año, dentro de diez años y así se generan ideales de lo que debería ser, pero que es imposible de dilucidar cuando y como será.
Ese matar el tiempo a lo bobo, conjuntamente, no nos da certezas, nos convida con un placebo que es pan para hoy y hambre para mañana.
Por ejemplo, el pasado 2020 que estuvo cruzado fuertemente por la pandemia, Senadores y diputados trabajaron de manera presencial y a distancia votando diversas leyes, aunque en las discusiones legislativas el deporte estuvo ausente.
Pero no solamente el deporte estuvo ausente, sino que quienes lo llevan adelante tampoco pensaron en que derechos brindarle a su sector y crear al menos un proyecto de ley.
Es muy difícil pensar en un deporte transformador, cuando no hay una legislación clara en materia de política deportiva y ni siquiera los que se encuentran en las comisiones de deportes trabajan para que esos derechos a adquirir se concreten. Seguramente recordarán la ley de Asociaciones Civíles, pero en un gobierno «federal», no cuenta solo mirar lo que paso en la provincia de Buenos Aires.
Desde lo discursivo, mientras tanto sí vanagloriamos al deporte. Lo enaltecemos. Lo subimos hasta la estratosfera por provocar superpoderes en nuestros chicos y adolescentes, aunque cuando que hay que brindarles derechos y seguridades a largo plazo, decimos que no hay presupuesto o que se podría llegar a cambiar algo en los próximos años.
Entonces hay algo del discurso que choca, porque si son tan importantes y dan tantos superpoderes, ¿Por qué patear la pelota para adelante y darles derechos cuando a alguien se le ocurra?
Yo no me quiero acostumbrar a eso. Ni a la obsecuencia. Ni a la falta de criticas para que no se enojen. Ni a la mirada benevolente y palabras dulces desde lo discursivo pero se convierte en nada ante la primer brisa.
El deporte hoy es un cúmulo de deseos, de buenas intenciones, de cosas que pueden pasar aunque quizás no.
Y surgen preguntas, porque las preguntas abren caminos y además porque no hay discusiones de como queremos que sea el deporte nacional.
Porque esa mezcla de matar el tiempo a lo bobo y el «que nadie se enoje» nos hace ver como por la espalda dirigentes de clubes, secretarios de deportes, legisladores, profesores de educación física critican la falta de rumbo deportivo y después ante el primer encuentro corren urgidos por una foto institucional.
Ese matar el tiempo a lo bobo nos hace preguntarnos si realmente aquellos que hoy conducen el deporte quieren cambiarlo de fondo.
Porque si hay sueños de un mejor deporte ¿Cómo el 70% de las que fueron autoridades del deporte macrista aún permanecen atornilladas a sus cómodos sillones?
Porque si hay sueños de un mejor deporte ¿Cómo eso se puede generar con un ministro que piensa más en las próximas elecciones porteñas que en un plan serio para el deporte nacional?
¿Cómo se puede cambiar con una secretaria de deportes que a las 10 de la mañana desayuna con la dirigente tupamara Milagro Sala y a las 12 del mediodía está a las risas y saludos con el codo con quien la encarceló, el gobernador Gerardo Morales demostrando por lo menos poco tacto?.
El deporte en su conjunto debería dejar de tener una mirada tan benevolente. Debería empezar a exigir derechos. Debería debatirse cual es la política deportiva que quiere.
Porque no debería olvidarse que el tiempo pasa y Luzbelito «Un par de culos va a patear de los que le juran más lealtad».
Mientras tanto, y tras un año y dos meses que cambiaron sus autoridades, seguiremos matando el tiempo a lo bobo y deseando que en algún momento alguien se digne a cambiar las migajas reinantes por derechos. Porque a los derechos, no se los lleva el viento.