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El basquet Social quiere darle contenido a las bases
De la mano de Roberto Sanabria y Adriana Díaz Antonio y con el espejo del Hockey Social, buscan que los barrios tengan la formación necesaria para que chicos y adolescentes no solo tengan la capacidad técnica sino también táctica.
Cuando León Najnudel pensó en revolucionar el basquet no solo jugó con los grandes, sino también con los chicos. Sabía de clubes históricos, pero también de otros que se habían formado en un tiempo corto y que sus estructuras estaban en pleno desarrollo.
Así federalizó el deporte. La Liga, los jugadores, los entrenadores y cada componente del basquet fueron encontrados a lo largo y ancho del pais. Entraron así ciudades legendarias y representativas como Capital Federal y Bahia Blanca y provincias históricamente relegadas como Santa Fé y Córdoba. El Sur y el Norte. Argentina entera.
La semilla estaba. La posibilidad de federalizar el deporte también. Los protagonistas ya no eran los mismos de siempre y la posibilidad de obtener recursos y jugadores se expandió en el segundo lustro de la década del ochenta por todo el país.
El tiempo fue testigo, entonces, de un basquet argentino que creció hasta llegar a la cúspide. A lo más alto del planeta naranja más de quince años después. Así encontramos dentro del plantel al resultado de un trabajo de base. A Manu Ginobili y Pepe Sánchez de Bahia Blanca, pero también a Rubén Oscar Wolkowyski de Chaco. Al Lancha Delfino de Santa Fé. A Lucas Victoriano de San Miguel de Tucumán.
Hoy, a más de 25 años y con el federalismo establecido, nace el Basquet Social y con ese nacimiento, la necesidad de llegar aún más allá.
Generar espacios, respuestas y contenido para que profesores, jugadores y chicos, cuenten con las herramientas necesarias y que así haya un mismo nivel de táctica y técnica. No solo encontrar conocimiento en la centralidad de Capital Federal y Gran Buenos Aires, sino también en lugares a los que, hasta hoy, prácticamente nadie llegó.
«El trabajo de diagramar y de como llevarlo a cabo se inició hace un mes cuando nos juntamos a firmar el convenio para que el deporte social tenga un alcance mayor. Gracias a la convocatoria de Ricardo Serial y Federico Galliano, presidente y coordinador respectivamente. La idea es poder desarrollar y copiar un poco lo que hicieron ellos en el Hockey», explica Roberto Sanabria, quien lidera el equipo de trabajo junto a Adriana Díaz Antonio.
Sanabria, nacido en Rio Negro, a los 14 años comenzó su carrera en Boca Juniors y luego transitó un largo camino en 17 equipos y la selección de Rio Negro. Hoy transcurre sus días como coordinador en Democrático Castelli de Chascomús y junto a Adriana Díaz Antonio forman una dupla que conoce el paño, el terreno, las bases del Basquet.
Aún así, aclara el dirigente, surgen nuevos conocimientos. Problemas y virtudes que encuentran y deben afrontar.
La principal falencia, explica Sanabria, es la formación de profesionales que puedan bajar conceptos y aprendizajes a chicos y adolescentes: «Lo que encontramos es que había mucha gente que necesitaba clínicas, cursos, capacitación, alguien que los organice y les de una mano desde lo estructural. La verdad es que cuando comenzamos a armar esto tuvimos muchísimas consultas de muchos profes y clubes, lugares que están un poco descuidados con el deporte en general, no solo en el basquet».
El Coronavirus, mientras tanto, atrasó el trabajo de campo que se tenía pensado: «Aun no hemos podido hacer ningún viaje al interior ni capacitaciones en el lugar. Hoy nos abocamos a lo organizativo, a hablar con las bases, con los distintos lugares del país, con profesores, gente que esta en el deporte en su ciudad quienes serán con quienes articulemos el trabajo y también con la capacitación en aulas virtuales».
A la hora de organizar el trabajo, desde Basquet Social juegan con la experiencia del Hockey: «Valoramos mucho el trabajo que hizo el Hockey. Hoy en día contamos con un delegado general del deporte social en cada provincia que nuclea todos los deportes y que a su vez tiene a distintos actores para desarrollar esto. Nuestra idea es trabajar directamente con profesores y chicos que necesitan contención y preparación».
Los objetivos son claros y a corto, mediano y largo plazo: «Primero queremos desarrollar una red de entrenadores, clubes y gente que se dedique al deporte social para entre todos armar una agenda en común en base a lo que ellos necesiten y lo que nosotros le podamos brindar. Lo que queremos luego es hacer trabajo especifico centrado en la colaboración personal o vía web o teléfono con sus necesidades. Y por último es llegar al nivel que hoy tiene el hockey social con torneos, selecciones y un montón de alternativas en cuanto a la competencia y desarrollo».
Así como Najnudel en los ochenta, el Basquet Social encuentra un horizonte, una movilización, una necesidad. Quiere, busca y pretende fomentar la práctica, organizar las bases, encontrar profesionales que enseñen con contenido a los chicos y que así, el día de mañana, esos chicos recuerden que alguien pensó en ellos y en su formación.
La primera revolución trajo a los Ginobili, Sánchez, Oberto y Prigioni, entre otros, que nunca se olvidaron de sus bases ni de León Najnudel. Sanabria y su equipo quiere que la generación que viene recuerde no solo a los próceres como León, sino también que en su infancia y en su barrio, alguien se ocupó de enseñarles y darles el contenido para pararse en frente y de igual a igual a cualquier otro jugador con más recursos.