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Un adulto, dos abusos y la necesidad de acompañar a los menores

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El procesamiento del técnico de River nos obliga a repensar si estamos cuidando a nuestros chicos.

Martín Castro, entrenador de Voley femenino, fue invitado a renunciar de River Plate luego de ser procesado sin prisión preventiva por el Fiscal José María Campagnoli por abuso sexual agravado a dos chicas del plantel de Vélez Sarsfield en el 2014 cuando las víctimas tenían 16 y 18 años.

La determinación del club de Núñez se da tras el procesamiento de una causa iniciada en 2018 y en la cual se acusa a Castro por el envío de insistentes mensajes de Watsapp a las víctimas. A su vez el técnico, según marcan los jueces Marcelo Lucini y Pablo Lucero, ejerció un abuso de poder sobre las víctimas en el que «se habría aprovechado mediante un abuso intimidatorio originado en una relación de poder, en virtud de su rol de entrenador de voley».

Los magistrados además resaltaron: «No podemos desatender que estamos frente a un adulto que revestía la calidad de entrenador y que se valía de esa circunstancia para condicionar a sus alumnas a que accedan a mantener relaciones sexuales no consentidas».

Ante este abuso, estas noticias y la acumulación de tantos otros episodios nos preguntamos si desde el deporte se esta cuidando a nuestros chicos y adolescentes.

Desde la Secretaria de Deportes comenzaron con las capacitaciones relacionadas al género, aunque no sabemos si esto alcanza a la hora de evitar que sucedan estas situaciones como lo que ocurrió con el ex entrenador de Vélez y River.

¿River no tendría que haber separado del cargo al profesional de manera automática ante el primer indicio que había abusado a dos menores?

¿Cuántas niñas y adolescentes corrieron riesgo de pasar por la misma situación hasta que se tomó la determinación de invitarlo a renunciar?

¿Hay un registro o algún marco legal que imposibilite que personas que tuvieron este tipo de delitos no trabajen más en instituciones deportivas y que chicos y chicas no estén expuestas?

Decimos que no sabemos si alcanza porque los abusos a menores en el deporte es transversal. Atraviesa a todos los géneros desde hace varias décadas.

Más allá de haber estado bajo otra administración, fue nulo el acompañamiento que tuvo la Agencia de Deportes para con los futbolistas abusados de Independiente en coincidencia del inexistente pronunciamiento para con una situación similar en la pensión de Newell’s Old Boy’s, descubierto por el equipo de psicólogos del club.

Poniendo el foco en el organigrama que salió la semana pasada en el boletín oficial, no encontramos un departamento que defienda o impulse políticas relacionadas a los abusos a deportistas. Sí una dirección nacional de políticas de género que lo celebramos. Pero nada que enmarque el acompañamiento necesario para los casos de abusos.

Así como se hizo con el ENARD y una línea directa para denunciar abusos, habría que repensar de que manera acompañar, prevenir y estudiar un protocolo a adoptar para las innumerables situaciones que se pueden originar dentro de un ámbito deportivo. Que ese protocolo, además, esté en cada club e institución y que sea visible para que todos los adultos y chicos vean como actuar en un caso de esta magnitud.

Hace un par de meses la popular plataforma Netflix estrenó el documental Atleta A que visibiliza las innumerables violaciones que cometió el doctor Larry Nassar, ex kinesiólogo de la Federación de Gimnasia de EE. UU, para con las gimnastas niñas y adolescentes lesionadas.

Como complemento, en la investigación se pone el ojo en Steve Penny, presidente de Usa Gymnastics, que habría hecho todo lo posible por invisibilizar a las víctimas y desviar las investigaciones necesarias.

Ese desvío provocó que también otras gimnastas corran riesgos de ser violadas por lo que la gravedad y las condenas recaen no solamente sobre Nassar, sino también en los directivos, entrenadores y todos aquellos que sabían y no hicieron nada.

La línea que en 2018 abrió el ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) obtuvo en pocos meses 300 denuncias y consultas sobre como proceder por abusos físicos y psicológicos. No hay números, no hay cobertura y tampoco hay señales que ésto desde el estado nacional, desde el Ministerio o Secretaría de Deportes vaya a cambiar.

Se necesita desde el estado un cambio de época. Se necesita poner el foco en temas sensibles para la seguridad no solamente de los deportistas de alto rendimiento, sino también para los que están desde niños dentro de un club o una institución.

Según estadísticas del programa «Las víctimas contra las violencias», del Ministerio de Justicia de la Nación, un 75% de los ataques es perpetrado por un familiar directo, y también en un 75% los agredidos son chicos de hasta 12 años. Este relevamiento es general independientemente del ámbito en que suceden. Además, según la Organización Mundial de la Salud, se calcula que una de cada cinco niñas y uno de cada 13 niños padeció esta situación.

Hace ocho meses que asumió la nueva administración Lammens-Arrondo. Esperamos mayor celeridad y acompañamiento para resolver este tipo de problemáticas transversales ya que a pesar de la pandemia, los adultos siguen teniendo el mismo abuso de poder para con lxs chicxs y adolescentes y éstos, aún no tienen las herramientas o el conocimiento de estas para poder denunciarlo.

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