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Un programa deportivo, sesenta chicos y un sueño que podría terminar
La comuna dos se debate si traslada a un lugar irrisorio las actividades deportivas y educativas que realiza desde hace cuatro años el profesor Diego Cappelletti en la Plaza Houssay. En febrero, los chicos se pueden quedar sin sueños.
Sesenta chicos corren detrás de una pelota y ven que en cada práctica, tienen la posibilidad de compartir no solo una pelota con sus compañeros, sino un espacio, una risa, la posibilidad de hacer un gol, tirar una pared y ser valorados como solo el ámbito deportivo se los permite.
Desde hace cuatro años, Diego Cappelletti durante tres horas, tres veces por semana recibe a sesenta chicos de entre 4 y 12 años que llegan a la Plaza Houssay de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, deseosos de tener su practica en una de los pocos espacios gratuitos que tienen en la Comuna 2.
Desafortunadamente, esos sesenta chicos corren serios riesgos de ser desalojados de la plaza debido a que según las voces oficiales «varios vecinos se quejaron de los pelotazos de los chicos», algo que ni siquiera el científico más estudioso podría corroborar.
La habilitación que deberían dar en las próximas horas las autoridades, resulta fundamental para el profesor y sus alumnos, ya que en caso de ser trasladados de plaza se quedarían sin una cancha con medidas reglamentarias y, por sobre todo, sin los baños, la Estación Saludable, el Campus BA, la atención médica del hospital de clínicas y varios beneficios que permiten que el trabajo no solo sea deportivo sino también social.
Justamente Cappelletti aún mantiene algo de sorpresa por los desencuentros que se sucedieron con la comuna: «La academia gratuita de futbol mixto de Creciendo con el Futbol nació en febrero de 2016 con veinte chicos. Tuvimos un espacio con dos canchitas de minifutbol y ahí empezamos a practicar con el visto bueno de Agustin Fox, quien en su momento fue el presidente de la comuna. La actividad con el transcurso del tiempo fue creciendo, cada vez se anotaban mas chicos por el trabajo que hacíamos y sobre todo por el boca en boca».
Y es que no solo es importante desde lo deportivo la actividad que realizan en la escuelita, sino que además los chicos aprenden educación cívica, cuentan con controles médicos y contenidos que los padres valoran aunque el gobierno no tanto: «Cuando comenzaron a remodelar la plaza comenzamos a tener inconvenientes. De todos modos hace poco nos comunicaron que algunas personas se quejaron por los pelotazos, pero nuestra posición es que nosotros hacemos un trabajo mucho mas profundo que un pelotazo. Nosotros sacamos a los chicos de una situación de marginalidad, los atendemos gratis en el hospital de clínicas, le damos clases teóricas en el Campus BA, seguimos de cerca como están de salud en la Estación Saludable, un plan integral que por un pelotazo sería una lastima que se arruine.
En caso de ser mudados, el nuevo espacio seria la plaza Monseñor D» Andrea, a diez cuadras de distancia. Un lugar que lejos está de ser el más cómodo, funcional y confortable: «En la plaza que nos ofrecen no hay lugar físico para practicar deporte, no tienen ninguno de los servicios que tenemos acá y además el piso que tienen en la otra plaza es de adoquín.
La estructura y los servicios que brinda la escuelita no solo esta pensada para la comuna 2, porque Diego, además, ideó un plan deportivo para cada barrio que está en la ciudad y así aprovechar los espacios públicos: «Tengo entendido que ninguna otra comuna lleva a cabo esta tarea que estamos realizando acá. Nosotros presentamos un proyecto ley sobre deporte formativo. Se lo planteamos a varios partidos dentro de la legislatura, tuvimos muchas reuniones con los asesores de educación y deportes. Nuestra idea es hacer un reglamento único sobre deporte formativo para todas las disciplinas. Es decir que cada comuna tenga una actividad, que cada actividad tenga su contenido práctico y que la formación cívica sea igual para todos».
Justamente la organización teórica – práctica que llevan a cabo, les permite realizar trabajos en conjunto con los colegios a los que van los chicos de la escuelita: «Nosotros trabajamos en nuestras clases teóricas con contenidos que hablamos previamente con los tres colegios que tenemos cerca y a los que van los chicos. Nos reunimos con los directores y en nuestras clases hacemos cinco ejercicios que estén relacionados con lo deportivo y con el trabajo que hacen en la escuela. Esto lo hacemos para fomentar que los chicos le den importancia a las dos actividades. Por ejemplo relacionamos en una lección la matemática con el fútbol y los profesores nos dijeron que gracias a ésto, los alumnos habían mejorado su rendimiento».
Luego de un verano de incertidumbre, Diego Cappelletti y su equipo pasan las vacaciones en vilo sobre la decisión de la comuna 2. Actualmente en el gran playón en donde estaba ubicada la cancha ya no hay arcos y algunos pibes que llegan desperdigados con la pelota bajo el hombro para jugar con sus amigos, ponen sus buzos en el suelo.
A la plaza Houssay todavía no la caminan el sin fin de estudiantes que hoy disfrutan de sus días libres. Los nuevos locales surgidos tras su última remodelación prometen albergar a propios y extraños en un raro experimento entre lo público de la plaza y lo privado de las multinacionales de café y hamburguesas.
En los próximos días, sabremos que deparará el destino de una escuelita armada a pulmón, que le da lugar a sesenta chicos y que cumple un rol deportivo y social que hoy el estado no brinda, pero que tiene la posibilidad de no destruir y demostrar que, al menos, no se interpone en el sueño de pibes y pibas que solo quieren divertirse.