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Una pelota no es un derecho adquirido
La trampa de enaltecer la entrega de elementos deportivos y ponerlo como un derecho adquirido.
Un niño corre sobre el verde césped en una cancha del interior del país. Se ve en su rostro la felicidad de patear una pelota más grande de la que su pie soporta, pero es lo que hay y hay que adaptarse. La felicidad pese a todo no se borra y la camiseta que también es más grande de la que su cuerpo necesita llega a sus rodillas.
Que la pelota y la camiseta sean más grandes de las que necesita no importa, aunque importa. Pero como el club no tiene recursos y el municipio es el que provee los elementos hay que adaptarse. Esa pelota y esa camiseta tienen el apellido del intentente acompañado con el año de la próxima votación.
Se repite en decenas de ciudades esto. Y se repite además que los clubes y los chicos y chicas se tengan que adaptar por la falta de recursos.
«Nos adaptamos porque es esto o es nada. La intendencia o gobernación, depende el año, nos manda un par de juegos de camisetas para la temporada y con eso tiramos hasta el próximo. No es lo ideal pero es lo que tenemos», comenta un técnico de un club de una provincia del Litorial.
Ese es el juego perverso al que invitan a los clubes. Que entregar migajas sea un derecho.
Entre semana vimos un «importante» acuerdo firmado por autoridades de clubes de barrio con el ministerio de desarrollo social y fotos y videos en los que se mostraban pelotas, bicicletas y juguetes, un acontecimiento «importante» aunque carente de relevancia, trascendencia y transformación.
¿Sirve para algo eso?¿Qué transformación profunda logran los clubes con esos materiales?¿Pueden llegar a cada uno de los clubes esos materiales?¿Por qué se entregarían elementos para unos y no para todos?¿Cuál es el requisito para obtener ese par de elementos?.
Como decimos siempre, los clubes pueden exigir más. Necesitan exigir más. Porqué ellos son, como se escucha de manera coincidente, «lo más importante que tiene el deporte de este pais».
Aún con convenios, con acuerdos, con entrega de pelotas, camisetas, bicicletas, patines, o lo que sea, el déficit seguirá y se profundizará aún más ese juego siniestro de «mirá como estoy presente, te doy unas pelotas, quedate callado y conformate».
Los clubes mientras tanto, orgullosos de sus fotos con los políticos que prometen lo imposible para demostrar que no son lo mismo que los amarillos. Que están presentes. Se habilita el micrófono, se escuchan los discursos, saquemos una foto -con distancia social-, se sacan la foto y al unisono el asesor le dice que está listo el auto porque se tienen que ir a otro acto. ¿Está mal?, no. ¿Es suficiente?, Tampoco.
Los clubes necesitan pelotas, camisetas, arcos, redes, césped en condiciones, pero también necesitan una transformación profunda que no se da, que «está en estudio» y que hoy te hacen creer que es «imposible» o es una cuestión de tiempo el poder cambiar la matriz deportiva.
Por caso, esa necesidad de elementos debería estar contemplada por una política abarcativa, nacional y a largo plazo. Esa falta de infraestructura no puede saldarse con acuerdos parciales porque es gastar pólvora en chimangos. Es excluyente.
Es poner en un compás de espera la protesta algunos meses y que la transformación profunda tenga que esperar.
Más allá de que el Ministerio de Desarrollo social es en cuanto a estructura de los más importantes del gobierno nacional, no veo que sea inteligente ponerse en el lugar de «regalar» elementos deportivos cuando hay centenares de clubes que no tienen ni siquiera agua potable o conexiones serias de gas.
¿No sería serio que el Ministerio de Desarrollo Social articule directamente con la Secretaria de Deportes en caso de querer que aportar sus deseos profundos de transformación para las miles y miles de instituciones?
Nose si los clubes necesitan hoy en día un nuevo actor a quien reclamar en toda esta ensalada que se genera a la hora de saciar cada una de las necesidades.
Y cada una porque los clubes necesitan y tienen otras prioridades.
¿Qué necesitan los clubes?
Primero que nada, una ley seria y profunda que brinde el respaldo necesario a las instituciones.
Luego, un registro nacional que facilite una información certera sobre los déficit que se vive en cada una de las provincias.
Una política deportiva que los cobije, que les de conexiones de gas y agua seria a TODOS.
Tarifas pagables.
La tranquilidad de no pensar que el próximo mes tendrán que hacer una rifa para juntar dinero y sobrevivir.
Decenas de otras necesidades profundas y estructurales que preceden que las pelotas.
Por supuesto que las pelotas o los materiales deportivos es lo más fácil de conseguir. Es lo que se tiene más a mano. Es también lo más cercano a exigir. Lisa y llanamente lo más cómodo.
Una pelota, un juego de camisetas no es un derecho adquirido.
Un derecho adquirido es una transformación. Es el cambio real.
Para que se den esos cambios reales, esas transformaciones, esos derechos adquiridos, se debe cambiar el chip de todos. De propios y de extraños.
Es necesario cambiar el chip para que lo primero que este a mano para un político no sea regalar una pelota, sino accionar para que en su territorio la transformación y el cambio se real.